El éxito
no es un destino
El éxito no es un destino; está en el camino que recorremos. En la vida, pasamos más tiempo en el camino que en el destino. La vida se trata de luchar, y para ser felices necesitamos dos cosas: primero, encontrar un camino alineado con nuestros valores y fortalezas, y segundo, disfrutar los retos y las complejidades que enfrentamos en el camino.
Esto no quiere decir que no necesitemos definir metas y objetivos, pero si nuestro éxito y realización dependen solo de alcanzar esas metas, nuestra vida se vuelve mucho más pesada y tediosa. El éxito consiste en mantenernos en constante crecimiento.
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Crecí con un fuerte trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), lo que me llevó a tener grandes problemas en la escuela. No disfrutaba aprender porque la forma de enseñanza enfocada en ideas abstractas no conectadas a mi vida personal no funcionaba para mí. Las personas con TDAH tenemos una forma diferente de aprender, trabajar y vivir. Necesitamos entender por qué es importante lo que estamos aprendiendo para tener la motivación necesaria para concentrarnos. Una vez que encontramos esa motivación, nuestra capacidad de enfoque es extrema.
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Crecí en una familia de educadores que fundaron el Centro de Estudios Superiores de Diseño de Monterrey (CEDIM). Estuve rodeado de creatividad, lo que marcó mi vida fuertemente, pero también fui testigo de cómo los profesionales creativos no recibían el reconocimiento y la remuneración a la que yo aspiraba. Siempre fui ambicioso, por lo que mi formación profesional fue una mezcla de negocios y creatividad. Primero estudié Administración de Empresas y luego me cambié a Arquitectura.
Cuando estaba casi listo para convertirme en arquitecto, me buscaron del CEDIM diciéndome que la escuela me necesitaba ya que mi padre la había fundado para nosotros. La verdad, no me entusiasmaba la idea; CEDIM había quedado estancado después de la muerte de mi padre y se había convertido en una escuela tradicional que enseñaba diseño a niñas mientras se casaban.
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De cualquier forma, decidí darle a CEDIM una oportunidad y descubrí una gran vocación por la educación, especialmente por reinventar la forma en que se imparte. Además, ya que era el inicio de los años 2000, descubrí que la innovación era mi vocación ideal, ya que combinaba la creatividad con los negocios. Decidí que mi misión era dignificar las profesiones creativas por medio de la innovación.
Para transformar a CEDIM en una escuela de innovación, busqué libros y cursos, pero era muy temprano y no había ni libros ni cursos que me ayudaran a entender la innovación como método. Fui aprendiendo sobre innovación y design thinking de forma empírica al inicio, combinando mi ADN creativo con cursos de negocios. Asistí a cursos en Harvard, Berkeley, Stanford, la Universidad de Chicago y el Instituto de Diseño del IIT. Descubrí cosas interesantes, pero nada me sorprendió, ni el contenido ni la forma de enseñar.
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Insatisfecho, decidí acercarme a consultores internacionales de innovación como IDEO, Gravity Tank, Stone Yamashita Partners y Dublin, tratando de aprender de ellos lo más posible. Después de una década de aprendizaje, decidí crear un nuevo modelo educativo para CEDIM que combinaba la creatividad y los negocios, trabajando en proyectos reales con empresas y bajo un modelo en el que todas las materias eran modulares y se conectaban unas con otras por medio de un proceso de innovación. Este modelo fue reconocido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) como uno de los más innovadores a nivel mundial.
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Después, utilicé esos aprendizajes para crear una Maestría en Innovación, la primera en México. La llamé Master in Business Innovation, y como no había expertos en el tema en México, decidí invitar a los consultores internacionales y a los profesores que había conocido en el camino. Las clases las impartían profesores de negocios de las mejores escuelas del mundo y consultores de las mejores firmas del mundo.
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Después de 15 años de dirigir CEDIM, decidí que era el momento de explorar otros intereses. Quería vivir de primera mano la innovación no como educador, sino como consultor. Me asocié con una firma internacional y fundé la oficina de Latinoamérica, donde trabajé con empresas como P&G, PepsiCo, Estée Lauder y Grupo Modelo. Esta firma la vendimos a la empresa internacional de software Cognizant, y eso me llevó a fundar Novak Innovation, donde seguí trabajando con empresas como Heineken, Oxxo, CEMEX, AlEn y Colgate.
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Después de 10 años como consultor, decidí crear una escuela que naciera naturalmente como una combinación de las necesidades que tienen los líderes de combinar la creatividad y la estrategia de negocios para poder enfrentar los retos que un nuevo siglo nos presenta. Así nació Infinite Institute, fruto de más de 20 años de experiencia como educador, consultor y emprendedor.
Infinite Institute parte de la idea de que los líderes necesitamos ayuda para salir adelante. Nadie puede solo; necesitamos perspectiva, mentoría y conocimiento, pero los modelos de consultoría son caros y poco efectivos. Por eso, en Infinite Institute combinamos lo mejor de la educación, el coaching y la consultoría en un formato simple, diseñado para la implementación y creado para fomentar la motivación y el placer de aprender.
Manifiesto de crecimiento
La estabilidad es una ilusión.
Lo que no está creciendo, está estancado. El progreso es la fuente de la realización y la felicidad, pero el crecimiento no sucede solo; hay que provocarlo y buscarlo activamente. Creemos que nuevas experiencias y eventos deben transformarnos y hacernos más fuertes. Por eso, nos dedicamos a fomentar un entorno de constante evolución y aprendizaje para nuestros estudiantes.
Crear es un acto de rebeldía.
Todo lo nuevo es producto de prueba y error. El primer paso hacia la innovación es decir: "no estoy de acuerdo con la forma en que las cosas funcionan". Pero innovación se esconde detrás de experimentos, fracasos y aprendizajes. Creemos en la importancia de desafiar el status quo y, por eso, nos aventuramos con valentía a explorar nuevas formas de enseñar y aprender.
Sin curiosidad no hay crecimiento.
Podemos abordar la vida con dos mentalidades: la de quien sabe cosas y la de quien busca aprender cosas. El que siente que sabe ya no aprende, porque no hay espacio para crecer. El que aprende sabe que el crecimiento es infinito. Creemos en la importancia de la curiosidad y, por eso, abordamos la vida con humildad, hambrientos de entendimiento que podamos desarrollar y transmitir
El crecimiento requiere estructura.
Lo nuevo debe no solo ser mejor que lo existente, sino también simple y elegante. No se trata de crear por crear, sino de resolver problemas de forma estructurada y con rigor metodológico. Creemos en el poder del ingenio y, por eso, usamos nuestra creatividad para crear programas, herramientas y modelos educativos simples, nobles y estructurados.
La educación necesita ser pragmática.
La academia tradicional venera las teorías, nosotros veneramos las herramientas. Construimos nuestros programas a partir de métodos y luego introducimos las teorías y ejemplos. Creemos en el valor del pragmatismo y, por eso, nos comprometemos a contribuir al éxito de nuestros estudiantes a través de métodos y herramientas que los empoderen para lograr el éxito.
La estética debe estar al servicio del problema y no causar problemas. La estética conecta emocionalmente y facilita el entendimiento de los conceptos más complejos de forma única y auténtica. Creemos en el poder del diseño y, por eso, buscamos que nuestras soluciones sean estéticamente agradables y funcionales, creando una conexión emocional con nuestros estudiantes.
La estética no es superficial, es poderosa.
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